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Producción y análisis de la imagen
 
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 81. La barca de Dante (1822), de Eugene Delacroix (1798-1863)

En el ‘polo barroco’ también siguiendo a Wölfflin, tenemos al barroco Caravaggio y al romántico Delacroix, quienes son maestros de la oscuridad relativa, relegando la luz al papel de foco o focos de luz dirigida, y en menor medida, a algunas pequeñas zonas de luz menos intensa, alrededor del área focalizada’. Ambos utilizan la luz procurando intensificar el dato dramático de la obra.
Ampliar imagen 82. Coronación de la Virgen (1435), de Fray Angélico (1387-1455)
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83. La Virgen con el Niño entre dos ángeles (1445), de Filippo Lippi (1457-1504)

Dos renacentistas calificados como ‘pintores de la luz’, por la extraordinaria claridad de sus imágenes, producto de utilizar los colores puros para las sombras, y aclarándolos con blanco para generar luces.
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84a. Catedral de Ruan (década de 1890), en distintos momentos del día,
de Claude Monet (1840-1926)


Las vistas de la catedral de Ruan son el ejemplo característico del valor que otorgaban los impresionistas a la pintura al aire libre y el amor apasionado por el momento fugaz y la necesidad de reflejar los diferentes efectos que la luz causa de acuerdo a la hora del día (es decir, la inclinación con la que ingresan los rayos de luz).
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Ampliar imagen 85a. Tempestad de nieve (1842 ), de Joseph Mallord William Turne (1775-1851)
Ampliar imagen 85b. El temerario remolcado a dique seco (1839), de Joseph Mallord William Turne (1775-1851)
Ampliar imagen 86a. Fachadas de catedrales barrocas
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Ampliar imagen 87. Éxtasis de Santa Teresa (1645-1652), de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
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88a. Pintores de la luz: Turner, Constable, Jongkind

Turner, junto con Jongkind Y Constable constituye uno de los antecedentes inmediatos de las búsquedas de los impresionistas. Véase como la luz se lleva toda la obra: nada de efectos formales de volumen, detalle, proporción, nada de ilusionismo espacial, perspectiva ni tridimensión formalizada o lineal. Todo envuelto y todo constituido por el flujo luminoso.
Véase como todo se desmaterializa, al punto de creer que los artistas estaban al tanto que el universo es todo energía, despreciando la distinción entre energía y materia.
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89a. La Libertad guiando al pueblo (1830), de Eugène Delacroix (1728-1798)

La luz, focalizada, y las sombras, convertidas en auxiliares de la dramaticidad propia de las obras del romanticismo pictóricas dicen presente en estas obras de Delacroix, verdaderos ‘ÍCONOS’ del romanticismo decimonónico.
Ampliar imagen 89b. La matanza de Quios (1824), de Eugène Delacroix (1728-1798)
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90a. Algunos autorretratos de Paul Cézanne (1839-1906)

Cézanne incorpora a sus obras las conquistas luminosas y cromáticas de los impresionistas, pero las conjuga con sus propias necesidades formales: ante todo, hacer del impresionismo algo duradero, como el arte de los museos. Volver a la composición, al espacio estructurado, a los volúmenes netos, pero dejando atrás el academicismo del modelado del color, la proporcionalidad de las figuras y el ilusionismo de la perspectiva lineal.
Diríamos, agregar acción racional (cerebral) y formalización geométrica como soporte de la obra.
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91a. Pintura Renacimiento y el Neoclasicismo
Autorretrato,
de Rafael Sanzio (1483-1520)

Rafael y David, dos exponentes sublimes de los valores del clasicismo, el amor por la composición más bien geométrica, por el uso de la perspectiva lineal, la proporcionalidad formal y el virtuosismo del modelado del volumen y el análisis anatómico de la figura humana, aunque con mayor anclaje histórico en el caso del renacimiento que en el caso del neoclasicismo, que puede verse más como un arte de reacción formal que como instancia de creatividad artística propiamente dicha.
Ampliar imagen 91b. Madonna, de Rafael Sanzio (1483-1520)
Ampliar imagen 91c. Madonna, de Rafael Sanzio (1483-1520)
Ampliar imagen 91d. Autorretrato, de Jacques-Louis David (1748-1825)
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91e. Marat, de Jacques-Louis David (1748-1825)

Ampliar imagen 91f. Napoleón, Jacques-Louis David (1748-1825)
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92a. Pintura barroca y romántica
Autorretrato,
de Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669)

La luz en sí como valor plástico, se aprecia también en la pintura barroca en general y en Rembrandt en particular, a quien ya nos referimos más arriba. Véase en Constable cómo los efectos reverberantes de la luz parecen llevarse toda la atención del observador, traduciendo una fuerte ‘desmaterialización’ de la forma, que pasa a transformarse en una ‘contrareberberación’, como medios tonos y sombras.
Ampliar imagen 92b. Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669)

Ampliar imagen 92c. Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669)
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92d. The Haywain (1821), de John Constable (1776-1837)

Ampliar imagen 92e. Dedham Lock and Mill (1820), de John Constable (1776-1837)
Ampliar imagen 92f. Weymouth Bay (1816), de John Constable (1776-1837)
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93a. Pintura bizantina

Se suele señalar que Cimabue y Giotto, en ese orden cronológico, constituyen el inicio del Renacimiento en pintura: el abandono de los fondos dorados del bizantinismo, más presente en la pintura sienesa, por fondos que en el caso de Giotto pasan a ser del azul del cielo, la incorporación de la luz general en la obra, sólo menguada para crear, con las sombras de las figuras, un nuevo elemento: el volumen.
Ampliar imagen 93b. Virgen en Majestad (1280), de Cenni di Pepo (Giovanni) Cimabue (1240-1302)
Ampliar imagen 93c. Boda de la Virgen (1304-06), de Giotto di Bondone (1267-1337)
Ampliar imagen 94a. Pintura neoplasticista,
Piet Mondrian (1872-1944)

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95a. Composición Nº8 (1923), de Wassilii Kandinsky (1866-1944)

La evolución de Kandinsky es casi ‘lógica’ o ‘lineal’: desde una figuración propia del siglo XIX, que acusa la influencia impresionista en el uso de la luz y el color, pasa por una etapa de clara expresividad, donde el color se intensifica en saturación para destacar los efectos de expresión artística pero ya acusando también una continua simplificación formal, un proceso de abstracción paulatino que desemboca en su acuarela de 1910, primera obra abstracta según se dice, hasta llegar, en sus últimos años, a una obra cargada de ‘signos’ basados en formas geométricas. Junto con su obra plástica se destaca su labor teórica, en dos obras de amplia difusión: “De lo espiritual en el arte” y “Punto y recta sobre el plano”.
 
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Ampliar imagen 96. Retrato de Manuelita Rosas (c.1851), de Prilidiano Pueyrredón (1823-1870)
 
   
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